La Guápil: el renacer de un barrio



Alajuelita.  Escondido en el corazón de un barrio de una comunidad josefina, en medio del ruido urbano de buses, motos y chiquillos corriendo a la escuela, hay un lugar que con cariño y esmero ha vuelto a la vida.

Se trata de un terreno de aproximadamente tres hectáreas, enclavado en el cantón de Alajuelita, colinda con el río Tiribí y  que era usado, hasta hace muy poco tiempo, como un basurero a cielo abierto.

Cartones viejos, lavadoras que hace mucho vieron pasar su vida útil, botellas de vidrio, pañales, plásticos … toda clase de residuos  tirados al sol y a la lluvia, contaminando el ambiente y la vida de cientos de familias de la comunidad.

Parecía un cuento de no acabar, la municipalidad mandaba el camión a recoger la basura y a los días otra vez estaba lleno.  El mito Sísifo en versión urbana y moderna.

“Era un lugar donde la gente se ocultaba para cometer delitos, lleno de barro, basura y peligros” nos cuenta doña Maribel Gómez, quien forma parte de la Asociación de Desarrollo de la Comunidad de La Guápil. 

“Para mí este proyecto es un sueño, aquí vienen a jugar un montón de niños y niñas de Alajuelita y ahora, por primera vez, tenemos este espacio lindo, limpio, verde, donde pueden jugar con seguridad”, continúa doña Maribel.

Esta transformación fue posible gracias al esfuerzo y al trabajo conjunto de la comunidad, de la Municipalidad de Alajuelita, el Corredor Biológico Interurbano María Aguilar (CBIMA), y los proyectos INTERLACE y Transición hacia una economía verde urbana -TEVU-, con la colaboración de la empresa privada, destaca aportes de Pedregal y Ready Pizza. 

“Hoy vemos a la comunidad de La Guapil llena familias, niños, niñas y jóvenes disfrutando de este espacio que antes no tenía ningún valor, pero que con visión, esfuerzo y dedicación de tantas personas e instituciones, se convirtió en un lugar vivo”, expresó el alcalde de Alajuelita, Modesto Alpízar.  

El cambio no ocurrió de la noche a la mañana, como suele ser en estos casos, se necesitaron de muchas manos, voluntades y trabajo mancomunado para transformar un basurero, en un espacio público seguro, inclusivo y además, agradable y hermoso parque.

Así inicia el camino a la transformación: entre la comunidad, el gobierno local, la cooperación internacional mediante los proyectos Paisajes Productivos, Interlace y TEVU. En conjunto se trazaron la meta de darle una nueva vida a este espacio.

La primera vagoneta en llegar fue todo un evento, pero, ¿cómo convertir un basurero en un parque?  Bueno, según nos cuenta la coordinadora del proyecto TEVU, Miriam Miranda, “fue el poder del corazón de una comunidad que deseaba, un lugar digno y seguro para conectar con la naturaleza” y un gobierno local muy activo e interesado en la salud física y mental de su cantón.

“Después de la pandemia, los espacios verdes y el contacto con la naturaleza son esenciales para la salud y el bienestar de las personas”, detalló.

Comunidad unida

Con muchas, muchas manos, la comunidad de La Guapil se organizó para adueñarse de ese “espacio muerto” y darle nueva vida.

Recogieron basura, clasificaron desechos, ayudaron a sembrar arbolitos, de esos que son nativos, que ayudan al ecosistema local y alimentan a la fauna silvestre-.

Mirador, senderos para caminar, banquitas para sentarse a conversar, una huerta comunitaria, pérgolas para amainar el sol y hasta un jardín de polinizadores llegaron a completar y alegrar el griterío de los chiquillos y la felicidad de la comunidad.

Futuro: el sueño continúa

A la comunidad de La Guapil aún le falta mucho camino por recorrer, esta vez, el reto se centra en el mantenimiento y la conservación del espacio, sin contar con el grave problema de contaminación de la cuenca del río Tiribí, con el cual colinda tanto el parque como el resto de la comunidad.

Además las labores de educación ambiental, participación ciudadana y la gobernanza comunitaria, los desafíos de los barrios urbanos, golpeados por la pobreza y la desigualdad, seguirán necesitando de la atención de entes institucionales públicos y privados.

Siendo este el panorama, ¿querés sumarte?

“Para mí este proyecto es un sueño, aquí vienen a jugar un montón de niños y niñas de Alajuelita y ahora, por primera vez, tenemos este espacio lindo, limpio, verde, donde pueden jugar con seguridad”, continúa doña Maribel.